Bodegas Emilio Moro
La clave del éxito reside en su compromiso con la tierra, con la calidad en los procesos de elaboración, con la protección del medio ambiente, en una palabra, con la tradición. Una tradición que comparte el camino hacia la excelencia con la innovación, eficiente y respetuosa con el entorno.
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La historia de bodegas Emilio Moro se remonta a tres generaciones: el abuelo de la tercera generación, Emilio Moro, nació en 1891 y su hijo Emilio Moro en 1932, ambos en un entorno vitivinícola rodeados de viñedo, crecieron pisando uva en su pueblo natal de Pesquera de Duero, en la provincia de Valladolid, y forjaron su pasión con esfuerzo añada tras añada.
Emilio Moro inculcó a su hijo todo el amor por el vino, y este a su vez lo transmitió a la tercera generación, quienes dirigen actualmente la bodega.
La innovación en nuestras bodegas nació con Emilio Moro al plantar el Clon de Tinto Fino y, con él, diferenciarnos para siempre. Desde ese momento, no hemos dejado de innovar. Desde el desarrollo de levaduras autóctonas, los cuadernos de campo digitales, pasando por los drones o la geolocalización en viñedo.
Además, existe una apuesta decidida por la innovación en comunicación, y la creación de una cultura de la innovación que involucre a todos los agentes en nuestra cadena de valor.
La tierra ha conseguido darnos tanto que siempre estaremos en deuda con ella. Nuestro compromiso con la sociedad se materializa en la Fundación Emilio Moro, una institución que, desde 2008, aporta su gotita de vino en el reparto justo de los recursos y en ayudar a paliar la exclusión social.