El Grifo

Lanzarote, 1775 (244 AÑOS)

La bodega más antigua de Canarias y entre las diez más antiguas de España. Elabora vinos ininterrumpidamente desde 1775 en la misma bodega de El Grifo. Ha pertenecido a tres familias sucesivas: Los Ribera, los De Castro y, desde 1880, a la familia actual, descendiente de Manuel García Durán.

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EL COMIENZO

Tras la erupción de 1730-1736, la zona central de la Isla, la más fértil, quedó cubierta por la lava y la arena volcánica. Poco tiempo después comenzó a plantarse la viña y árboles frutales, bien apartando las arenas, bien haciendo agujeros en la lava (“chabocos”), hasta alcanzar la tierra vegetal.

LA BODEGA MÁS ANTIGUA DE CANARIAS

El lagar cubierto data de 1775, como se deduce de la inscripción fundacional, y fue levantado por el Venerable Beneficiado de la iglesia parroquial de Teguise D. Antonio de Torres Ribera. El Grifo, actualmente finca de 40 Has., fue una de sus propiedades.

 

 

LOS PRIMEROS AÑOS

Antonio de Torres y Ribera heredó algunas parcelas de El Grifo, que poseían sus padres con anterioridad a las erupciones de 1730, y fue completando la finca y la plantó viña. También edificó, además del lagar, la primitiva bodega (que hoy es Museo) y la casa.

Nombró heredero a su sobrino Bartolomé de Torres con la condición de que éste instituyese en el Grifo una capellanía de misas rezadas. En 1803 falleció Antonio de Torres, sucediéndole su sobrino.

Otra sobrina de D. Antonio, Gabriela de Torres, que nació y vivía en Cuba, reclamó judicialmente en el juzgado de Arrecife la propiedad de la finca a su primo Bartolomé, alegando el incumplimiento de lo ordenado por su tío en el testamento.

 

 

LA SEGUNDA FAMILIA

Temiendo una condena judicial (que finalmente se produjo), Bartolomé de Torres vendió El Grifo de modo subrepticio (hoy diríamos que en alzamiento de bienes) a la familia De Castro, entre 1817 y 1824.

Dependiendo de la fecha, cuya exactitud desconocemos, la finca habría sido adquirida por Ginés de Castro Estévez, Capitán de milicias (que murió en 1819), o por la herencia yacente que administraba su hijo, Ginés de Castro y Álvarez, Coronel de Milicias y dos veces alcalde de Arrecife.

Ginés de Castro y Álvarez fue el también el autor de la crónica de la erupción de 1824, cuando era Alcalde Mayor de la Isla, en la que menciona El Grifo como lugar desde donde se oyeron ruidos y temblores subterráneos. Administró El Grifo hasta su muerte en 1833.

 

 

LAS DOS HERMANAS

A la muerte de su hermano Ginés en 1833, dividieron la herencia paterna entre las dos hermanas supervivientes: Antonia y Rosalía de Castro y Álvarez.

La primera, Antonia, casó con Policarpo de Medinilla, caballero de la Orden de Cristo y cónsul de Portugal en Canarias. Tuvo por hijo, a José de Medinilla y Castro, alcalde que fue también de Arrecife. El hijo de José, Policarpo Medinilla Morales, vendió a Manuel García Durán, bisabuelo de los actuales propietarios su participación en El Grifo en los años setenta del siglo XIX.

La segunda hermana, Rosalía de Castro, casó con el subteniente Barreto, que murió muy pronto. Rosalía cuando enviudó se trasladó de San Bartolomé a El Grifo, donde murió en 1868, a los 85 años. Su hija, María del Carmen Barreto y Castro, casada con José Lubary, murió antes que su propia madre, por lo que heredaron a Rosalía sus nietos. Éstos fueron vendiendo sus participaciones al indicado Manuel García Durán durante los años setenta del siglo XIX.

 

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