Los meses de verano invitan a las bebidas frías, con hielo y más ligeras. Por eso, con las altas temperaturas, puede que los amantes del vino tinto se vean forzados a cambiar su bebida favorita. Sin embargo, las posibilidades que nos ofrecen ciertas variedades de uva y la frescura que aportan determinadas elaboraciones hacen que incluso en la época estival podamos seguir llenando nuestras copas de vino tinto.

Para divertirse, a porrón: El Paisano de Tares
Un vino divertido, que nos invita a pasárnoslo bien desde la etiqueta. El Paisano de Tares 2022 (9 € aprox) fue el vino con el que la bodega berciana Dominio de Tares quiso celebrar sus 20 años, haciendo un guiño a la tradición, elaborando este vino como antes, en cubas viejas de roble y mezclando uvas tintas y blancas, pues se encontraban mezcladas en los viñedos, pero con un toque de modernidad. Se emplean viñedos viejos, así que la mezcla utilizada la denominan “mencía & co”, es decir, la uva tinta por excelencia de la zona, junto a otras típicas como la garnacha tintorera, la palomino fino o la doñablanca.
Sí, sabe mejor en copa, ya que se pueden apreciar más sus notas frutales y se disfruta más de su paso refrescante. Pero no deja de ser entretenido retar a familia y amigos a beber en porrón, una costumbre que se ha perdido y no resulta tan fácil de dominar.

El tinto para refrescar las tardes de verano: Trepat
La variedad trepat es la uva tinta más emblemática de la denominación de origen terraconense Conca de Barberà, con la que se elaboran vinos ligeros y afrutados. La bodega Cara Nord, con su Trepat 2021 (15 €), quiere homenajear a esta variedad y que empiece a sonar más entre el gran público, y así lo deja patente en su etiqueta.
Los viñedos para elaborar este vino se encuentran en un entorno de montaña abrupto, rodeado de bosques de robles y encinas, en las inmediaciones del Parque Natural de las Montañas de Prades y del Parque Natural del Bosque de Poblet.
Para su vinificación solo se emplean depósitos de acero inoxidable para mantener toda la personalidad de la fruta, donde destacan aromas a cereza y mora, con gran frescura y persistencia en boca. Ideal para seguir disfrutando del tinto, a pesar de las altas temperaturas, ya sea solo o con un picoteo informal.

La naturalidad de la garnacha: Lakar
Desde el valle del Yerri, en Navarra, Vintae amplía su proyecto de vinos de mínima intervención de Le Naturel con Lakar: una garnacha fruto de una viña de menos de una hectárea de extensión, plantada en 1920 y que ahora han conseguido recuperar del abandono. Con este proyecto no solo se pretende hacer vinos lo más naturales posibles, sin adición de productos químicos ni en el viñedo ni en la elaboración, sino que se quiere apostar por el patrimonio vitivinícola tan importante que suponen las viñas viejas.
En este caso, se sigue la misma filosofía que con el resto de vinos de la bodega, sin utilizar productos químicos ni en viña ni en bodega, aunque, como esperan que tenga gran evolución en botella, sí que se añade una dosis mínima de sulfitos, a diferencia de sus otros dos hermanos (Le Naturel blanco y tinto).
Lakar 2020 (45 €) apenas cuenta con 1.800 botellas en esta añada. En su elaboración, el 90% del vino tuvo una crianza de 12 meses en un fudre de roble ruso, para conservar el perfil frutal. El resultado es un vino donde la fruta cobra el máximo protagonismo, con notas a plantas aromáticas y minerales que le aportan frescura. En boca tiene gran acidez y buena estructura, pero sin dejar de ser amable. Un vino para brindar por la naturalidad y por la riqueza vitícola.

Un tinto para celebrar las noches de verano: LO MAS
En este caso, de nuevo un tinto de una denominación de Tarragona, de la D.O. Terra Alta, pero con un perfil más mediterráneo: LO MAS 2019 (90 € aprox.), de la bodega Edètaria. Uno de los vinos más especiales de esta bodega, que lleva la garnacha, tanto en versión tinta como en blanca, por bandera.
Este vino, del que apenas se elaboran unas 2.000 botellas, procede de una selección de viñas de más de 60 años, de la finca que lleva el mismo nombre. Las variedades con las que cuenta son la garnacha peluda, llamada así por un recubrimiento similar al vello que tienen sus hojas en el envés, y la cariñena. Las dos variedades se vinifican por separado y se crían en fudres de roble de 600 litros, para que el aporte de la madera sea mínimo.
El resultado es un vino donde predominan los sabores a frutos rojos, los matices a violeta y los toques de plantas aromáticas, con un paso muy sedoso por boca, amplio en matices y persistente. Un vino para disfrutar con las brisas nocturnas de verano, armonizando, tal vez, con una gastronomía especiada, con quesos o incluso con postres y helados lácteos.

Un vino para las reflexiones estivales: Cristina Pinot Noir
Con este último vino, nos vamos hasta California, en concreto a Green Valley, la región más fría y con más niebla de Russian River Valley, en Sonoma, a pocos kilómetros del Pacífico. Hasta EE.UU. llegó Marimar Torres, cuarta generación de Familia Torres, en los años 70.
En 1986 plantó el viñedo Don Miguel, llamado así en honor a su padre y primera generacion de la familia Torres. Y de esta viña es de donde provienen las uvas para elaborar este vino de pinot noir, al que llamó Cristina, esta vez también para hacer un guiño a la familia, pero en este caso al futuro de la saga, a su hija, nueva generación que se unió al proyecto vitivinícola Marimar States en 2020.
Cristina Pinot Noir 2018 (60€) es una selección de las viñas de pinot noir que mejor reflejan la personalidad de este viñedo, con 18 meses de crianza. Es muy expresivo en nariz, con ricos aromas a cereza madura y notas herbales que bien merece la pena disfrutarlos en copa, antes de degustarlo, para apreciar su sedosidad en boca.
Un vino para poder reflexionar en las noches estivales y disfrutar de su perfume en cada copa. El chocolate negro, ya sea en tableta o helado, será el complemento perfecto para estas noches de pinot noir y reflexión.
